jueves, 23 de febrero de 2012

DIFERENCIAS NEUROANATÓMICAS EN EL CEREBRO DE LAS PERSONAS CON AUTISMO


Texto tomado de Autismo Diario.Org
Las vías de la sustancia blanca extraídos de la imagen DTI de los niños en situación de riesgo para el autismo. Los colores cálidos representan mayor anisotropía fraccional.
 Imagen creada por el Dr. Jason Wolf
Un nuevo estudio liderado por la Universidad de Carolina del Norte (EE.UU.) viene a aportar nuevas evidencias sobre las diferencias anatómicas del cerebro de los niños con autismo. Estas diferencias son perceptibles a partir del 4º al 6º mes de vida del niño, donde estos cambios empiezan a ser evidentes. Y aunque las conductas no aparezcan hasta más tarde, alrededor de los 18 meses, los cambios se han producido mucho antes. Quizá esta pueda ser una prueba diagnóstica eficaz y por supuesto muy temprana que permitirá empezar mucho antes el trabajo.
 El estudio titulado “Differences in White Matter Fiber Tract Development Present From 6 to 24 Months in Infants With Autism”, y que ha sido publicado enAmerican Journal of Psychiatry, ha contado con un equipo de casi 20 investigadores que han tenido como objetivo examinar las fibras de la materia blanca en un grupo de niños de alto riesgo de tener autismo. Para llevar a cabo este trabajo seleccionaron a 92 niños que tenían hermanos mayores con un diagnóstico de Autismo, y por tanto eran considerados de alto riesgo. A todos se les realizó un estudio usando un sistema de resonancia magnética denominado “diffusion tensor imaging” (DTI) y por el cual se obtienen imágenes tridimensionales, y finalmente una evaluación de comportamiento. A los 2 años de edad, el 30% de los niños cumplieron con los criterios para tener un Trastorno del Espectro del Autismo (TEA). La diferencia entre los 28 niños con TEA y los 64 que no tenían TEA fueron visibles en las imágenes obtenidas, apareciendo diferencias significativas las fibras de la materia blanca. Estas diferencias se han caracterizado por las diferencias en la anisotropía fraccional y difusividad radial y axial de ambos grupos.
Esta es la primera vez que se ha realizado un estudio de estas características y con niños tan pequeños y que han tenido un seguimiento durante casi 2 años. En el examen por IRMf (DTI) los investigadores se centraron en el estudio de 15 tractos de fibras de materia blanca, mostrando diferencias 12 de ellas en los casos de niños con TEA. Estamos pues ante un posible biomarcador para un diagnostico muy temprano, y por tanto para una intervención muy temprana. Estas diferencias encontradas nos muestran una diferencia medible a través de una prueba específica y no conductual. No sabemos el origen de esta diferencia, o si esta diferencias tiene un origen genético puro y duro o existen factores ambientales que puedan influir, o, una mezcla de ambos, que exista una predisposición genética y que ésta sea activada por factores medioambientales, ya sea de forma pre o postnatal. No obstante, el costo necesario para llevar a cabo este tipo de pruebas a niños hace que sea poco viable como medio de un diagnóstico temprano. Este estudio se va a ampliar a una muestra mayor, esperemos tener nuevos y mejores estudios que ayuden en la comprensión del autismo, sus causas y nuevas formas de intervención.

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